Tres de cada diez fecundaciones in vitro es múltiple
Uno de los principales obstáculos que las técnicas de reproducción asistida deben salvar es, por un lado, el índice de fracasos y por otro, los embarazos de más de un feto. “El 30 por ciento de las fecundaciones “in vitro” (FIV) termina siendo un embarazo múltiple”- desvela Antonio Pellicer, copresidente del Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI). El principal temor después de un tratamiento es tener un embarazo múltiple, que con frecuencia conduce a una incidencia más alta de complicaciones médicas, perinatales y neonatales y por lo tanto a mayores costes de asistencia sanitaria. “La cuestión es que de los embriones obtenidos tras la FIV, se suelen seleccionar varios para su implantación en el útero materno, con el objetivo de que al menos uno se desarrolle hasta el final”, comenta el experto.
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Actualmente, el número de mujeres y hombres con problemas para tener un hijo no deja de aumentar en nuestro país, lo que convierte a la esterilidad en un problema médico y social preocupante que provoca que alrededor de 35.000 niños nazcan al cabo del año por medio de técnicas de reproducción asistida. “Una cifra parecida al resto de países europeos- señala Antonio Requena, director de IVI Madrid – pero todavía con una asignatura pendiente en nuestro caso: el alto número de gestaciones que resultan embarazos múltiples”.
Por este motivo, los especialistas en reproducción asistida están trabajando para desarrollar nuevas técnicas de selección embrionaria que reduzcan esta tasa, “el objetivo es conseguir embriones de mejor calidad para que sea necesario transferir un menor número y garantizar la gestación sin que se produzca embarazo múltiple”- aclara el doctor Requena.
Técnicas actuales
Hasta ahora los métodos de selección se basan en las características morfológicas del embrión al observarlo bajo el microscopio para elegir a los más ‘aptos’, pero se trata de algo intuitivo y subjetivo, y los seleccionados no siempre cumplen las expectativas.
La evaluación de la viabilidad de los embriones se lleva a cabo utilizando procedimientos invasivos, “y la desventaja es que al biopsiar el embrión para diagnosticar las anomalías se daña, con lo que la ventaja de eliminar la anormalidad se contrarresta con la transferencia de un embrión dañado técnicamente”, argumenta el doctor Pellicer.
Teniendo en cuenta esta afirmación, se deriva la necesidad de buscar métodos no invasivos.
Metabolómica e Índice de viabilidad
Actualmente, se sabe que el metabolismo de un embrión puede proporcionar sólidas pistas con respecto a su viabilidad. “Si somos capaces de analizar lo que un embrión consume y lo que expulsa en el medio de cultivo donde se desarrollará durante unos días, podemos conocer su salud; Es algo semejante a si conocemos los parámetros sanguíneos de un paciente (colesterol, azúcar, tensión…) y sabemos lo que consume (comidas, tabaco, alcohol, etc.), con eso nos haríamos enseguida una idea de si el paciente está sano o no” – explica el doctor Pellicer. Es decir, estudiando el medio de cultivo del embrión podremos elegir el más apto para la implantación.
Gracias a la tecnología podemos detectar de forma precoz y no invasiva el perfil metabólico de los embriones en su medio de cultivo, el denominado Índice de Viabilidad. Este marcador se puede utilizar como complemento a la morfología, “la principal ventaja de esta nueva técnica es que, al no ser invasiva, soluciona uno de los problemas por los que la biopsia y estudio del status cromosómico del embrión no funcionan y si además, resulta tan específica para eliminar las anomalías cromosómicas causantes del Síndrome de Down, Síndrome de Turner, etc., como nuestros datos iniciales sugieren, estamos ante una técnica que será de aplicación necesaria en los laboratorios de FIV en un futuro inmediato”- concluye Pellicer