Si has sufrido un nuevo jefe que te lo ha cambiado todo, sabes lo que es un directivo ‘rupturista’
Cuidado con el directivo “rupturista”. Son aquellos que, al llegar a un nuevo puesto, quieren hacerse notar y cambian todos los modelos de gestión en la empresa, rompiendo con todo lo anterior, cuando, muchas veces, muchas de las prácticas habituales en la empresa eran las óptimas. Y muchas ocasiones, en la distinción no está la clave. Tal y como se destaca desde Setesca, consultora especializada en la reducción de costes e incremento de la productividad y eficiencia operacional, en las organizaciones existe el “mal del directivo rupturista”.
El directivo rupturista es aquel que, cuando llega a su nuevo puesto quiere consolidar su cargo mediante la invención de nuevos modelos de gestión para distinguirse de su sucesor (y en muchos casos) para demostrar su genialidad aún cuando el modelo anterior podría ser valido con las correcciones y ajustes necesarios.
“Las mejores organizaciones son aquellas donde la gestión se basa en la experiencia de anteriores gestores y se sabe combinar de forma acertada con la capacidad de cada directivo para dirigir según su criterio” afirma Jordi Damià, socio director de Setesca.
Mejor una línea coherente
Los resultados avalan que cuando una organización mantiene una línea coherente en un estilo de gestión que funciona, esto crea un cultura en la organización que sirve para sumar talento, y por lo tanto mejorar sucesivamente los resultados, al contrario del modelo rupturista de gestión donde como sísifo, los empleados deben subir la pesada cuesta de la gestión del cambio al nuevo modelo, para volver al punto de partida cada vez que se produce un cambio de gestor.
Las razones para que nuestros directivos quieran desmarcarse de experiencias pasadas en la empresa o de otros entornos, son múltiples y diferentes en cada proceso dentro de la empresa, puesto que los departamentos de producción normalmente son los que mas construirán sobre buenas practicas existentes, y los de ventas o marketing son normalmente mas rupturistas. Sin embargo, este complejo de Sísifo, se puede encontrar en cualquier departamento de cualquier empresa en mayor o menor grado.
Ni rupturistas, ni dimisionarios, ni austeros, ni gurús
La solución al problema depende como siempre, de cuestiones inherentes a la personalidad y el ego de cada directivo. Pero, al mismo tiempo, depende también de cómo los más altos directivos definen los objetivos de la empresa. “Esto no es tarea fácil, puesto que deben aunar la consecución de resultados rápidos sin crear esa tensión por el cambio permanente y a su vez evitar el directivo dimisionario”, comenta Damià. Es decir, aquel que basa todas sus decisiones en lo que hace la mayoría para poder explicar siempre sus decisiones en términos de “pues el otro lo hace igual” o que en vez de intentar siempre buscar y aplicar soluciones o colaboradores que aporten valor estratégico, acaban buscando soluciones cómodas. Por otro lado, están los “gurús“, aquellos que proponen soluciones mágicas para la crisis y que sabían todo lo que iba a pasar, pero no hicieron nada para evitarlo. Y, luego, están los austeros, que son igual de perniciosos. “Tanto los directivos rupturistas por ego, como los directivos dimisionarios, así como los gurús que todo lo saben a pelota pasada, y los que propugnan la autoflagelación económica y social, no contribuyen a construir soluciones para las empresas y la sociedad y lo único que hacen es hacer perder oportunidades a las organizaciones”, afirma Damià.
En definitiva, las empresas que mejor funcionan, son aquellas donde los directivos entienden muy bien el negocio, y técnicamente conocen su área de decisión, son humildes como para tomar las mejores prácticas de la organización, y las que él mismo ha observado a través de su propia carrera. Saben encontrar dentro o fuera de su organización la solución a sus necesidades aunque tome riesgos, creando un estilo en el que sus colaboradores se sientan cómodos por lo coherente y demuestre también a los empleados de la empresa que si dicho estilo se sigue, se consiguen los resultados y los colaboradores pueden cumplir sus objetivos profesionales.