Retrasar un año la jubilación aumenta el riesgo de muerte entre los 60 y los 69 años
NOTA: En agosto de 2024 Fedea publica una actualización del informe recogido en esta información sobre los riesgos de morir por retrasar un año la jubilación.
¿Qué impacto tiene la actual normativa de jubilación sobre la mortalidad? Ante las decisiones de muchos países, entre los que se encuentra España, con reforma del sistema público de pensiones para hacer frente al envejecimiento de la población y mantener la solvencia financiera, un informe es rotundo: retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta significativamente el riesgo de morir entre los 60 y los 69 años.
El documento de trabajo ‘The Effect of Removing Early Retirement on Mortality‘, realizado por Cristina Belles (Universidad de Manheim), Sergi Jiménez (UPF y FEDEA) y Han Ye (Universidad de Manheim), pone de manifiesto que hay relativamente pocos estudios sobre el impacto de la jubilación en la mortalidad a tenor de sus conclusiones. Y sobre todo ante los crecientes instrumentos para evitar el acceso a los planes de jubilación anticipada y, por el contrario, el aumento de políticas que incentivan el aumento de la edad mínima de acceso a la pensión. El objetivo de los responsables políticos pasa actualmente por incentivar la prolongación de la vida laboral y, por tanto, retrasar la edad de jubilación.
Sistema público de pensiones
Muchos países han reformado su sistema público de pensiones para ayudar a mantener su solvencia financiera pese al envejecimiento de la población. Algunas de las medidas más habituales en este ámbito han sido la elevación de la edad legal de jubilación y la introducción de restricciones a la jubilación anticipada mediante el aumento de la edad mínima de acceso a la pensión. La evidencia empírica sobre los efectos de estas políticas sobre la salud y la mortalidad de los trabajadores es limitada y ofrece resultados contrapuestos, referidos con frecuencia a colectivos específicos y a políticas que han facilitado una jubilación más temprana.
FEDEA ha publicado el estudio de Sergi Jiménez (UPF y FEDEA), Cristina Belles y Han Ye (ambos de la U. de Mannheim) en el que se aprovecha un experimento natural y una nueva base de datos para hacer un análisis en principio más general de esta cuestión. El experimento es el generado por una reforma de 1967 que modificó la edad de jubilación anticipada en España en función de la fecha en la que los individuos comenzaron a cotizar al sistema de seguridad social, endureciendo así el acceso a la misma para un subconjunto de determinadas cohortes. En particular, aquellos que comenzaron a cotizar antes del 1 de enero de 1967 podían jubilarse voluntariamente a partir de los 60 años, mientras que el resto tenían que esperar hasta los 65 años. La base de datos es un extenso archivo de datos administrativos que la Seguridad Social ha hecho accesible a los investigadores a través de sus llamadas salas seguras.
Peor en los trabajos físicos y agotadores mentalmente
Los autores del estudio investigan los efectos de la citada reforma sobre la edad de jubilación y los de esta última sobre la mortalidad en edades cercanas a la de jubilación. El estudio presta especial atención a cómo varían los efectos sobre la mortalidad dependiendo de las características de los puestos de trabajo. Los resultados muestran que retrasar un año la salida del mercado laboral aumenta significativamente el riesgo de morir entre los 60 y los 69 años.
El riesgo se concentra especialmente en las ocupaciones físicamente más exigentes y las sujetas a un mayor nivel de estrés emocional y mental. Es menor para los individuos que tienen acceso a mecanismos de jubilación parcial que les permiten reducir sus horas de trabajo a partir de determinada edad.
En un momento en el que la prolongación de las vidas laborales puede ser un instrumento imprescindible para garantizar la sostenibilidad de los sistemas de pensiones, los resultados del estudio apuntan a la necesidad de diseñar con cuidado los detalles de las políticas de jubilación. Hay que atender a sus posibles efectos sobre la salud de los trabajadores.
Es importante, en particular, tener en cuenta el grado de exigencia física, emocional y mental de las distintas ocupaciones a la hora de fijar las edades mínimas y legales de jubilación. En este punto, las edades no pueden ser iguales para todos, así como introducir con carácter general mecanismos flexibles de jubilación parcial que permitan a los trabajadores modular sus horas de trabajo en la parte final de su carrera laboral.
Jubilación flexible
Por último, los investigadores destacan que permitir a los trabajadores que reduzcan gradualmente su tiempo de trabajo al final de su carrera, por ejemplo, convirtiendo la jubilación parcial en una opción, puede incentivar a los trabajadores a permanecer más tiempo en la población activa sin perjudicar su salud.
Así, permitir la jubilación flexible junto con el aumento de la edad legal de jubilación podría ser una buena política para mitigar el coste de estas políticas para el sistema sanitario público.
En conclusión, los resultados del estudio son meramente informativos para los responsables políticos en la medida que muestran que este tipo de reformas pueden tener un impacto negativo en la salud de la población. Por ello, una evaluación general de los efectos de bienestar de dichas políticas debería tener en cuenta estos efectos sobre la salud. Sobre todo cuando los efectos adversos sobre la salud pueden mitigarse, permitiendo la jubilación anticipada para ciertos tipos de individuos con trabajos física o mentalmente agotadores e introduciendo la posibilidad de reducir el tiempo de trabajo para los trabajadores de más edad al final de su carrera.