Los atascos en las carreteras suponen perder 5.500 millones anuales
“El coste de la congestión de las carreteras en España es muy alto, en torno a los 5.500 millones de euros anualmente”, explica Panayotis Christidis, coautor de un informe del Instituto de Prospectiva Tecnológica (IPTS) de Sevilla, uno de los siete institutos del Centro Común de Investigación (JRC) de la Comisión Europea, sobre el coste de los atascos. A escala europea, el estudio estima que los atascos suponen un gasto equivalente al 1 % del PIB de la Unión Europea (UE), en concreto 111.300 millones de euros al año. Para Alemania y Reino Unido suponen un gasto anual de más de 24.000 millones. Los mayores niveles de congestión en carreteras interurbanas se presentan en Luxemburgo y Países Bajos, mientras que los conductores de Irlanda, Reino Unido, Polonia y Hungría son los que tienen más problemas en los desplazamientos urbanos.
En el ranking de este tipo de vías locales (con velocidades inferiores a 50 km/h), España es el país mejor posicionado, con un retraso medio por kilómetro y en hora punta de tan solo 12,7 segundos, el menor de Europa.
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Red viaria española de ‘alta calidad’
Nuestro país también es el que presenta el mayor porcentaje de autovías (el 28,6 % de su red vial) de toda la UE, por las que se circula a más de 100 km/h. “En general la red de carreteras españolas es de alta calidad”, subraya Christidis. Aún así, los embotellamientos hacen perder 420 millones de horas al año a los conductores y pasajeros españoles. El 5 % de nuestro sistema vial sufre altos niveles de congestión, según el informe
En una ciudad mediana esto representa un coste de entre 100 y 200 euros per capita al año, aunque en Madrid y Barcelona -dos de las 20 ciudades europeas más congestionadas- puede llegar hasta los 1.000 euros.
Nuevas medidas
Para resolver el problema de los atascos el estudio propone dos soluciones: nuevos sistemas de tarificación inteligente, mediante el pago de un peaje en hora punta, y la mejora de la calidad del transporte público.
“En el caso de España el reto no es construir más carreteras, sino suavizar los picos de demanda con otras medidas”, señala Christidis. El investigador aclara que los sistemas de tarificación inteligente no implican necesariamente instalar sistemas de peaje en las autovías: “Se puede realizar mediante sistemas de navegación por satélite como Galileo, desarrollado por la UE”.
Las encuestas del eurobarómetro revelan que más de la mitad los europeos (53 % en España) están a favor de sustituir las tasas actuales con un sistema de tarificación que tenga en cuenta dónde, cuándo y cuánto se usa el coche.
Respecto a la mejora del transporte público, los encuestados señalan que no lo usan debido, sobre todo, a que existen pocas conexiones y una baja frecuencia del servicio. Los españoles usarían más los medios de transporte públicos si se generalizara el uso de billete único, hubiera un fácil intercambio entre nodos y más información on line.
Metodología innovadora
El informe del IPTS sobre la congestión en las carreteras europeas se ha elaborado con las ‘huellas digitales’ que dejan los navegadores GPS. En concreto con los datos facilitados por el servicio Tom Tom Live que incorporan muchos vehículos. Christidis aclara que es una información completamente anónima, procedente de usuarios informados: “No se trata de ningún gran hermano vigilante”.
Gracias a esta tecnología se han registrado 3 billones de mediciones de velocidad a lo largo de 2008 y 2009. Después, aplicando una nueva tecnología de análisis de datos, se ha podido calcular el tiempo y el dinero que se pierde en los atascos, así como las diferencias entre los distintos países.
En general, las mayores aglomeraciones de vehículos o picos de demanda en las carreteras europeas se sitúan, por una parte, entre las 8 y las 9 de la mañana y, por otra, entre las 5 y las 6 de la tarde.
IBM investiga una tecnología para evitar accidentes y que se reduzcan los atascos
Esta tecnología se dirige a promover elementos de seguridad activa que permitirán a los vehículos actuar como si tuviesen reflejos automáticos. Los vehículos dotados con estos reflejos podrán intercambiar información con las carreteras, con otros automóviles y con otros conductores para reducir congestiones de tráfico y evitar accidentes.
Así, los automóviles intercambiarán información con otros vehículos en el entorno y con la infraestructura de carreteras, iniciarán acciones correctoras cuando sea necesario y proporcionarán información esencial a los conductores. Esta tecnología evitará que el conductor deba reaccionar manualmente ante situaciones complejas, de modo análogo a como actúan tecnologías existentes como la transmisión automática, los frenos antibloqueo y los sistemas de control de velocidad.
Reflejos
Pero el principio clave con el que funcionan es el intercambio de información con los elementos del entorno. Un vehículo inteligente que reciba información del entorno será capaz de reaccionar a los rápidos cambios en la situación de la carretera como si tuviera reflejos. Los reflejos electrónicos serán más rápidos que las acciones humanas y permitirán, por ejemplo, que los vehículos circulen más cerca unos de otros con total seguridad mejorando la circulación. Los humanos, sin embargo, siguen siendo claramente superiores a la hora de analizar situaciones complejas.
“La idea es que el conductor mantenga siempre el control de la situación”, ha explicado Dan Chevion, impulsor del proyecto en el Laboratorio de Investigación de IBM en Haifa, Israel, “pero que obtenga mucha mejor información del vehículo y del entorno para que sus decisiones sean más acertadas”. Cuando un vehículo inicie una acción correctora, el conductor recibirá información precisa mediante, por ejemplo, un incremento de la resistencia del acelerador o una presión del volante en determinado sentido. El conductor también puede recibir avisos visuales o auditivos.
Además, los vehículos se comunicarán unos con otros y con la infraestructura de carreteras, difundiendo información a su vez sobre su posición y acciones y sobre los cambios en el entorno (como, por ejemplo, una carretera resbaladiza o un atasco inesperado). Con más de 500 millones de vehículos en circulación sólo en el hemisferio occidental, esta tecnología representará una gran oportunidad para regular el tráfico y reducir los atascos y los accidentes.