Las personas que establecen vínculos personales muy fuertes de grupo consideran inferiores a quienes no están entre sus círculos sociales
¿Qué provoca que la gente tenga un comportamiento hostil e incluso violento hacia los otros? Según un nuevo estudio de la escuela de negocios Chicago Booth y la Kellogg School of Management, estar conectado socialmente aumenta la tendencia a considerar que los están fuera del grupo son menos humanos e incluso a tratarlos como tal. El estudio, co-dirigido por Nicholas Epley, profesor de Ciencias del Comportamiento en la Chicago Booth, y Adam Waytz, profesor auxiliar de Gestión y Organizaciones en la Kellogg School of Management, llega a la conclusión de que el sentimiento de estar socialmente conectado puede hacer que la gente considere infrahumanos a los que están fuera de su grupo. De este modo, los grupos más cohesionados, como las unidades militares o los equipos de atletismo, también tienden más a tratar a sus adversarios como seres infrahumanos.
“Estar conectado socialmente con los más cercanos tiene importantes beneficios para la salud física y mental de uno mismo“, afirman los autores. “Pero también satisface la motivación para relacionarse con el resto y puede aumentar la distancia percibida entre nosotros y ellos”. El estudio afirma que, en lugar de mostrarse animados hacia los que están fuera de nuestros círculos sociales, la gente considera más bien a las personas ajenas como si éstas tuvieran limitadas sus capacidades mentales, más como objetos o animales que como personas completamente desarrolladas.
“Conectados” inhumanos
A partir de la idea que sentirse socialmente conectado puede aumentar la tendencia a deshumanizar a los que están socialmente más distantes, Waytz y Epley realizaron cuatro experimentos para probar su teoría. Durante los tres primeros, los investigadores vieron cómo los participantes que pensaban en una persona cercana a ellos eran más propensos a deshumanizar a otras personas. Estos participantes no fueron capaces de atribuir a los que están alejados estados o características mentales propias de los humanos en unos casos y en otros afirmaron que es aceptable tratar a los demás como animales.
En el cuarto experimento, se dividió a los participantes en dos grupos. Los “conectados” llevaron a cabo el ejercicio en presencia de un amigo en la sala, mientras que el resto lo hicieron con un desconocido. A ambos grupos se les presentaron fotos de 11 detenidos terroristas responsables de tramar los atentados del 11 de septiembre en el World Trade Center. Posteriormente, los participantes respondieron a varias preguntas, entre ellas, hasta qué punto consideraban aceptables métodos de tortura como el ahogamiento simulado (waterboarding) o los electroshock. Los investigadores descubrieron que los “conectados” que llevó a cabo el estudio con un amigo en la sala “deshumanizaron a los detenidos en bastante mayor medida que los participantes bajo condiciones de control, y expresaron además una mayor aprobación para infligirles daño”.
Más allá de los casos más extremos de violencia y trato inhumano, el estudio apunta a que en la vida diaria existen factores de deshumanización bastantes más diversos y sutiles, desde el acoso laboral a las muestras agresivas de los aficionados en eventos deportivos pasando por el apoyo que se da a las agresivas políticas de un gobierno. “Cualquier factor que cree una desconexión con los otros, tales como el poder, el estatus socioeconómico o el anonimato, puede por tanto provocar una deshumanización al separar a la gente de las opiniones del resto”, escriben los autores. “El presente estudio sugiere que la conexión social es uno de esos factores que puede aumentar la brecha con las opiniones de los más distantes, llevando a impedir que se vea a la gente tal y como es realmente”, añaden.