La universidad española apenas acoge al 1,4 % de estudiantes internacionales
De los 3,4 millones alumnos que estudian fuera de su países de origen en el mundo, la universidad española solamente atrae el 1,4 %. En grado, primero y segundo ciclo, el porcentaje es de un 3,3 % de universitarios extranjeros, frente al 8 o 10 % de la media europea. Así se desprende del informe ‘Temas candentes de la universidad española’, elaborado por PwC, que señala que uno de los retos más urgentes para el futuro de la universidad española es la internacionalización. El documento se ha realizado con la colaboración de la Fundación Europea Sociedad y Educación y de Banco Santander, a través de su División Global Santander Universidades, a partir de la opinión de un nutrido grupo de expertos en el sector.
Algunos de los problemas de universidad en España en relación con la internacionalización tienen que ver con las trabas y dificultades administrativas para la captación de estudiantes y profesores, así como la escasez de programas vinculados a estos objetivos. En algunas universidades se han asignado presupuestos específicos para captar profesores de excelencia internacionales, pero estas iniciativas han fracasado porque no se pudo asignar una retribución equiparable a las del mercado internacional y porque no se garantizaba una estabilidad laboral razonable.
Movilidad e idiomas
Otro aspecto a tener en cuenta en relación con la internacionalización es que para incrementar la movilidad universitaria, resulta imprescindible abordar una política lingüística eficaz. En estos momentos el mundo se mueve básicamente con una lengua franca que es el inglés, hasta el punto de que en las universidades españolas el aprendizaje de este idioma debería ser una exigencia.
Además del reto de la internacionalización, el documento también analiza otros aspectos como si la universidad está sobredimensionada, el sistema de gobierno y la financiación. Todos ellos suponen grandes desafíos para lograr situar a la universidad española como eje central en la transformación de la sociedad en términos de riqueza y prosperidad, pero también de derechos y libertades.
Respecto al sistema de gobierno, las universidades deben abordar un cambio sustancial en la toma de decisiones e incorporar modelos de gestión más profesionalizados y acordes con entidades que gestionan presupuestos elevados. Los numerosos órganos colegiados y unipersonales de decisión y control existentes en la universidad dificultan, burocratizan e incluso bloquean la gestión y administración de la universidad.
El informe aboga por un sistema de gobierno basado en un órgano independiente con amplia representación de personas externas a la comunidad universitaria y con una autonomía que permita a la universidad gestionar lo académico sin intromisiones pero, a la vez, proporcionar una cuenta de resultados bajo supervisión; así como en la libertad de selección de profesores y estudiantes.
Modelo de financiación
La financiación de la universidad es otro de los aspectos que debería revisarse ya que, en España, no existe un modelo de financiación claro. Fuera de España, una universidad de unos 15.000 estudiantes tiene un presupuesto de entre 700 y 1.000 millones de dólares. La media en las universidades públicas españolas es de 30.000 alumnos y de entre 150 y 300 millones de presupuesto. Entre otras medidas, el informe señala que la financiación de las universidades habría que desglosarla en dos partidas: educación universitaria e investigación. Si se quiere garantizar la igualdad de oportunidades, es preciso tener en cuenta que la financiación por parte del usuario tiene un límite dado que el actual sistema de ayudas al estudiante (becas y préstamos) es muy diferente y está muy alejado de los de los países de nuestro entorno.
Sobre si la universidad española está “sobredimensionada”, el estudio es claro: ni hay demasiadas universidades ni hay demasiados universitarios. España es uno de los países donde hay un mayor número de estudiantes por universidad y donde el porcentaje de cualificación de la población es aún inferior a los países del entorno. Entre las acciones pendientes destaca la reducción de la repetición de ofertas de estudios a pocos kilómetros, aunque sin premiar los planteamientos economicistas tales como número mínimo de estudiantes en aula o rentabilidad de los estudios impartidos.
Relación con la empresa
Por último, el estudio pone de manifiesto la necesidad de un diálogo más fructífero entre universidad y empresa. Ni la universidad destaca por su capacidad para comunicar, ni la empresa acude a la universidad en la medida deseable para inducir la innovación y la formación permanente. Es preciso arbitrar medidas que faciliten la permeabilidad universidad-empresa desarrollando los mecanismos previstos en la Ley de la Ciencia, así como fomentando el reconocimiento de la creatividad y del espíritu emprendedor.
Para Manuel Bravo Lifante, responsable de los servicios de Educación y Universidad de PwC, “es preciso contar con un modelo de gestión de nuestras universidades ágil, rápido y responsable en la toma de decisiones. Este esquema debe ser capaz de distribuir los recursos, de aplicarlos como incentivos a la mejor docencia, la mejor investigación y la mejor inserción en la sociedad”.