La tecnología digital ofrece un mercado ilimitado, sin consumidores tipo
“Ya no hay consumidor medio. La era de la talla única, de los productos impuestos a las mayorías, está agonizando. Gracias a la tecnología digital globalizada, el mercado es ilimitado, oferta y demanda se conectan y las minorías cuentan”, así resume Chris Anderson, editor jefe de la prestigiosa revista Wired y propietario de varias empresas online, el nuevo mercado digital nacido con Internet. Bajo el título “El futuro de Internet: la economía Long Tale” Anderson ofreció un retrato lúcido y gráfico sobre la nueva economía global nacida de la implantación de Internet, fenómeno que él ha bautizado “The Long Tail” -“La larga cola” en un libro homónimo, éxito de ventas en todo el mundo.
La conferencia de Anderson, que abrió el programa de FICOD2008, contó con dos congresistas de máximo nivel entre el público, SS.AA.RR. los Príncipes de Asturias, que poco antes habían presidido la sesión inaugural y no quisieron perderse su original visión de la nueva sociedad digital.
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El editor jefe de Wired aseguró que hoy es el consumidor quien tiene la palabra “han cambiado las reglas del juego”. Según Anderson, siempre nos quedarán los grandes best-seller, los éxitos globales de ventas, como la saga Star Wars, de George Lucas, “pero la diferencia ahora es que una versión de Star Wars colgada en Youtube y rodada con juguetes también tiene su público en Internet. Un público que demanda una oferta que ahora por fin existe”.
Anderson resumió su teoría enunciando “Las tres reglas del Long Tail”:
1.- Si puedes bajar el precio de distribución, puedes ofrecer más productos y variedad.
2.- Más variedad implica satisfacer más gustos minoritarios.
3.- Los gustos minoritarios son infinitos y están en todas partes (Internet llega a todas partes); el mercado también es infinito.
En el siglo XXI la curva de distribución cambia radicalmente respecto al siglo XX, “se divide para generar los clásicos best-sellers (productos de masas) y, en paralelo, fomenta los productos para minorías que antes no respondían como una oferta real y accesible y una demanda que siempre existió”.
“El modelo de distribución tradicional ha muerto -afirmó Anderson-, cada vez hay menos grandes éxitos, porque cada persona es diferente en sus gustos y en las sociedades avanzadas estos gustos se refinan, de forma que el consumidor exige productos personalizados. El público está más fragmentado que nunca. Se ha pasado de lo general a lo específico y todo ello gracias a la tecnología digital: por fin, la demanda del consumidor ha sido dotada de recursos para materializarla”.
Anderson utiliza casos reales de empresas populares para ejemplificar su teoría: “Mientras una librería convencional ofrece 100.000 títulos al consumidor, Amazon le ofrece en Internet y esté donde esté 5.000.000. Lo mismo ocurre en el mercado musical, que no está en crisis, sino en plena transición: el 45 % de las ventas en línea no están disponibles en tiendas”.
Esta fragmentación del mercado que trabaja a favor de los microsellers y la personalización ha dado lugar a otro fenómeno económico nuevo y sólido: las herramientas de producción con las que antes no se podía competir, porque sólo estaban en manos de los grandes empresarios -los únicos que podían financiarlas-, hoy son accesibles a todos los usuarios de Internet “¡y lo mejor es que son gratis!”, exclama un entusiasmado Chris Anderson para añadir un ejemplo: “Hace sólo 10 años, era impensable montar desde cero una revista que pudiese competir con las ya populares y asentadas en el mercado. Hoy, hay blogs con un número de lectores muy superior al de grandes monstruos de la comunicación, como el titulado Boing-boing, que cuenta con más links entrantes que la revista Time en su versión en línea”.
La curva de oferta y demanda ha cambiado para siempre. Ahora no dibuja una gran campana, sino una larga cola de millones de consumidores de productos minoritarios. El best seller ha muerto. Viva el Long Tail.