La leche fresca consigue una mayor duración

La leche fresca consigue una mayor duración
NOTICIA de Javi Navarro
09.06.2009 - 20:55h    Actualizado 22.03.2023 - 17:44h

La leche fresca es un producto que se ha consumido generación tras generación en los hogares españoles. La introducción de la leche UHT en brick desplazó este producto natural a un segundo plano y hoy, cinco décadas después, su consumo se reaviva con un crecimiento de mercado anual de entre el 12 % y el 18 % en un mercado que representa unos 38 millones de litros anuales. Más controles y una práctica botella hermética de plástico han mejorado la calidad de la leche y permiten darle una mayor duración.

En nuestra memoria muchos conservamos aún imágenes de nuestros abuelos por la mañana convirtiendo el desayuno en un auténtico festín donde la leche recién ordeñada era la protagonista e incluso la nata con azúcar se transformaba en una golosina.

Fue en el año 1955 cuando el Gobierno puso en marcha una ley para regular la comercialización de leche cruda que hasta ese momento se vendía a domicilio, en la mayoría de los casos directamente por parte de los ganaderos.

Así nacieron las Centrales Lecheras, fábricas que recogían la leche de los ganaderos y la sometían a un proceso de pasterización, de manera que ya no era necesario hervirla antes de ser consumida, aunque sí seguiríamos calentándola al fuego, puesto que el uso del microondas no se extendería en España hasta finales de los 80. Estos son los orígenes de la leche fresca, la que teñía de blanco el vaso en el desayuno cuando éramos pequeños.

Ya en los años 80 aparecieron los prácticos bricks de cartón de leche UHT, que se podían almacenar fuera de la nevera hasta 4 meses, por la practicidad de ese envase, dejamos de comprar leche fresca, hasta ahora.

Hoy podemos volver a disfrutar tomando leche fresca y transmitir esta tradición a nuestros hijos, porque ha vuelto la leche fresca, como la de antes, a los lineales de frío.

Consumo creciente, búsqueda de lo natural
Muchos consumidores buscan productos tradicionales que mantengan su esencia, lejos de tratamientos y procesos industriales que los transformen. Estos consumidores encuentran en la leche fresca el auténtico sabor a leche y las propiedades de un producto 100 % natural que mantiene las mismas cualidades que cuando la consumían de pequeños. Por este motivo el consumo de leche fresca se está reactivando en los últimos años.

Su sabor y naturalidad son las cualidades que se han mantenido a lo largo del tiempo entre las principales características de la leche fresca. Y la industria es consciente de esta creciente demanda por parte de consumidores que buscan en la leche el sabor de su infancia. Un ejemplo es el de la empresa Lactel, que ha relanzado la leche fresca con importantes mejoras en su envasado y en sus controles sanitarios.

El mismo producto mejorado con el tiempo
Medio siglo después del nacimiento de las centrales lecheras, Lactel ha relanzado la leche de siempre con un nuevo envase. La leche fresca de entonces y la que podemos encontrar hoy en los lineales de frío de nuestros supermercados comparten las mismas propiedades y el mismo sabor. Al igual que desde 1995 la leche se somete únicamente a una pasterización suave, pero ahora gracias a los controles, desde el origen de la leche, hasta el envasado, y gracias a la mejora de las condiciones de transporte, permiten que la leche fresca, conservada en frío, dure hasta 15 días (a diferencia de la leche de antes que apenas duraba dos).

Otra similitud es el envase. En un primer momento, la leche fresca se envasaba en botellas de cristal, algunas de las cuales aún se conservan en ciertos hogares con auténtico cariño como recuerdo de la infancia, posteriormente pasó a comercializarse en bolsas. Cincuenta años después, Lactel ha recuperado el formato de la botella transparente, pero esta vez de plástico y con tapón hermético.



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