Internet de las cosas, una revolución digital que debe garantizar la privacidad
En el futuro próximo, los frigoríficos avisarán de la caducidad de los alimentos y las personas llevarán incorporados chips que detecten problemas de salud. El desarrollo del Internet de las cosas revolucionará las relaciones entre personas y objetos y facilitará la vida a millones de europeos. Pero, a pesar de sus ventajas, esta tecnología entraña algunos riesgos para la privacidad de los consumidores. Un informe de la socialista española Maria Badia i Cutchet aborda esta y otras cuestiones.
El Internet de las cosas no solo interconectará a los 1.500 millones de usuarios de la red ya existentes, sino también a éstos con los objetos. Con el sistema RFID, un chip de pocos milímetros contendrá, recibirá y transmitirá información sobre la fabricación y composición de los productos.
Tal y como recoge el informe de la europarlamentaria Maria Badia i Cutchet, “todos los objetos de nuestra vida cotidiana (tarjetas de transporte, ropa, teléfonos móviles, coches, etc.) podrían acabar equipados con un chip RFID”, lo que afectaría a la vida cotidiana y los hábitos de los ciudadanos europeos.
Esta tecnología ya se utiliza en el sector agroalimentario -para conocer la trazabilidad de un producto y su contenido- o en la industria del automóvil – el conductor puede recibir en tiempo real información sobre la presión de los neumáticos u otros problemas de su vehículo-. Además, el documento señala que la utilización de chips RFID será eficaz “en la lucha contra la falsificación, el secuestro de bebés, la identificación de animales, etc.”.
Garantizar la privacidad
No obstante, junto a estas ventajas, el Internet de las cosas entrañará algunos riesgos. Los eurodiputados hacen hincapié en la necesidad de establecer un marco jurídico europeo que garantice la privacidad de los ciudadanos y la protección de los datos personales. A este respecto, el informe señala que, como paso previo, hay que “establecer normas jurídicas que refuercen el respeto de los valores fundamentales”. Para ello, pide que la legislación actual se adapte al nuevo entorno digital y que “todos los usuarios tengan el control de sus datos personales”.
El documento también sostiene que los consumidores deben tener derecho al silencio de los chips, es decir, “a interrumpir en cualquier momento la conexión con el entorno de la red”.
Badia i Cutchet también reclama una evaluación más exhaustiva por parte de la Comisión acerca del “impacto de las ondas de radio sobre la salud”, “el impacto sobre el medio ambiente de los chips y de su reciclado” y “el mayor riesgo en materia de ciberseguridad”.
Contra la brecha digital
A pesar de estos riesgos, la Eurocámara considera que el Internet de las cosas “constituye una gran oportunidad económica ya que permitirá optimizar los procesos productivos y los consumos energéticos, además de crear nuevos puestos de trabajo”. Por ello, el informe señala que “es preciso invertir en las nuevas tecnologías de la información” y propone que “se multiplique por cuatro el presupuesto de ejecución de las TIC en las próximas perspectivas financieras”.
Otro de los desafíos es evitar que estas tecnologías aumenten la brecha digital, por lo que el documento reclama un Internet de las cosas “inclusivo” que evite “una difusión y un uso desiguales”. Los parlamentarios piden a la Comisión que “tenga en cuenta las regiones menos desarrolladas de la Unión” y garantice su acceso al Internet de los objetos.
Para lograr este objetivo, la comisión de Industria de la Eurocámara afirma que es necesario educar a la sociedad sobre los posibles usos y ventajas, y reclama “campañas informativas para explicar a los ciudadanos la finalidad de la implementación del Internet de los objetos”.