España ha construido en diez años tantas viviendas como en Alemania, Italia, Gran Bretaña y Francia juntas
“En España no hay mercado suficiente para que se vuelva a repetir la expansión inmobiliaria de este último decenio, cuando se han construido tantas viviendas como en Alemania, Italia, Gran Bretaña y Francia juntas”. El sociólogo José Miguel Iribas hizo estas declaraciones en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra, donde impartió una conferencia.
José Miguel Iribas indicó que en las anteriores crisis “parecía que se iba a recapacitar sobre los modelos de desarrollo, pero los buenos propósitos se olvidaron cuando se retomó la actividad. No obstante, esta recesión va a ser más larga y dolorosa, por lo que tendremos un periodo mayor para reflexionar”.
Si bien indicó que no es posible evitar el desarrollo urbano, recalcó que este “debe ser sostenible y responder a necesidades reales, lo que constituye un requisito clave para hacer buena arquitectura”. Asimismo, insistió en que las actuaciones “no pueden limitarse a agregaciones periféricas; cada vez es más importante la regeneración de los espacios muertos de la ciudad y la rehabilitación. En los últimos 35 años se ha hecho un mal urbanismo: se vive mal en los extrarradios”.
Cambiar el concepto de la actividad turística
Por otra parte, José Miguel Iribas se refirió al esfuerzo que han realizado numerosas capitales en los últimos tiempos por ganar atractivo turístico. Mencionó que se trata de un sector en auge, especialmente en los países desarrollados, que según dijo, ocupan los primeros puestos en las estadísticas de ingresos por turismo. Como ejemplo, mencionó que en Nueva York, esta partida supone un 16 % de los ingresos del PIB y en Londres, cultura y turismo suman más del 20 %.
En su opinión, los esfuerzos no deben limitarse a construcciones concretas, sino prolongarse en el tiempo. “A veces se piensa que la construcción de un espacio es suficiente reclamo, pero no basta con hacer un icono: hay que retener a la gente en la ciudad”, explicó.
Así, apostó por cambiar el concepto de la actividad turística: “El ‘fetiche’ tiene que apelar al protagonismo de la experiencia: la persona no puede ser una mera receptora, pues esto produce sólo una emoción instantánea. Se necesitan contenidos de tiempo para que los viajeros se queden en el lugar y disfruten de él”.