El primer código de barras en España se puso a un estropajo

Estropajos
NOTICIA de Javi Navarro
04.10.2007 - 19:25h    Actualizado 13.03.2023 - 12:10h

El código de barras celebra su treinta cumpleaños; tres décadas en las que este sencillo pero ingenioso símbolo ha dado el salto desde el supermercado hasta hacerse hueco en todos los sectores profesionales -hospitales, ferreterías, tiendas de moda…- y en las que se ha hecho popular en los cinco continentes.

Han pasado exactamente 30 años desde que la cajera de un supermercado valenciano pasó por vez primera en nuestro país un producto comercial por un lector de código de barras. El artículo en cuestión era un estropajo, un utensilio de limpieza tan popular como lo iba a ser, en el futuro, el símbolo que tuvo el honor de lucir por primera vez. Hoy, tres décadas después, sólo en España utilizan el código de barras cerca de 24.000 empresas de todos los sectores profesionales y más de 1.300.000 hacen lo propio en más de un centenar de países de todo el mundo. Por ello, el “pitido” que acompaña la lectura del código de barras se escucha en el planeta alrededor de 100.000 veces por segundo; lo que lo convierte en uno de los sonidos artificiales más repetido, un sonido que “nunca duerme”. Una revolución silenciosa


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Más allá de la simple identificación de artículos, el código de barras supuso una auténtica revolución no sólo de las tiendas sino también de las trastiendas de las empresas españolas, puesto que permitió automatizar toda una serie de procesos que hasta el momento se llevaban a cabo de manera manual. Así, el código de barras permitió a las compañías españolas saber exactamente no sólo el precio de los productos que estaban vendiendo sino conocer con total precisión cuánto y qué vendían, cuáles eran los artículos más demandados y también cuánto les quedaba por vender (control de stock). No es exagerado, por tanto, afirmar que el código de barras revolucionó, por un lado, el punto de venta; al agilizar el paso por caja y evitar posibles errores en la introducción de los precios de forma manual. Y, por otro, los almacenes; al permitir llevar a cabo de forma eficiente gestiones tan necesarias como el control de stock, la planificación de las promociones comerciales, la gestión de los pedidos y recepción de artículos etc… Un gran salto que permitió que las antiguas empresas, en las que todo se hacía de forma manual, se transformasen en modernas compañías y que fue del todo clave para que los formatos comerciales más recientes -supermercados, hipermercados…- pudiesen triunfar. Y es que, sin una herramienta de gestión tan útil y económica como el código de barras, hubiese sido totalmente imposible gestionar el elevado número de referencias con las que a diario trabajan supermercados, hipermercados, tiendas descuento etc… Beneficios para todos

Pero no sólo la distribución -las tiendas- obtuvieron beneficios de la implantación de este sistema de identificación. De hecho, la introducción del código de barras marcó también un punto de inflexión en las relaciones entre las empresas de fabricación y distribución y el resto de operadores al requerir del trabajo conjunto de todas las partes. Era la primera ocasión importante en la que los fabricantes y los distribuidores se dieron cuenta de la relevancia de aunar esfuerzos para ofrecer al consumidor, y a la sociedad en general, mejores productos y servicios. Los distribuidores ganaron en rapidez y eficiencia en la gestión de sus tiendas, los fabricantes mejoraron también sus procesos internos y descubrieron las ventajas de obtener más y mejor información sobre el consumidor y éste último ganó tiempo y seguridad en sus compras. Una apuesta con ganancias para todos que marcó el inicio de un modelo de relación basado en la colaboración, imprescindible también para el éxito de muchos otros proyectos posteriores (despegue del comercio electrónico B2B, modernización de la logística y la cadena de transporte, desarrollo de las técnicas más avanzadas de marketing-merchandising…) Del gran consumo a muchos otros sectores

Aunque el código de barras llegó a España, al igual que al resto del mundo, desde el sector del gran consumo muchos otros sectores profesionales (ferretería y bricolaje, electrodomésticos, libros y discos, sector salud…) han ido descubriendo después las importantes ventajas de este sistema de identificación. De este modo el código de barras daba el salto desde un estropajo hasta una jeringuilla pasando por todo cuanto uno pueda imaginar -los recién nacidos en los hospitales, los corredores de las carreras populares, los accesos a parkings y otros espacios públicos, las prendas de ropa, las declaraciones de la renta y otros documentos oficiales, etc… -. Y es que, 30 años después de su nacimiento, el código de barras puede presumir de haber dejado su impronta en todo tipo de artículos y haber servido como fuente de inspiración para la creación artística, la moda, la literatura, la publicidad e incluso el humor gráfico.



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