El padre de la Ecología del Paisaje asegura que las ciudades que crecen de forma compacta mejoran la calidad de vida de sus ciudadanos
Richard T. T. Forman, Profesor de Ecología del Paisaje de la Universidad de Harvard, EE. UU., es un ecólogo que adora las ciudades y las carreteras, y que incluso considera positiva la proliferación de megaciudades. Pero es perfectamente consciente de los problemas ambientales que plantea esta tendencia. De hecho, su trabajo consiste en mitigarlos. “Mi objetivo es moldear el territorio de forma que tanto la gente como la naturaleza salgan adelante. Cuando las ciudades crecen de forma compacta mejoran la calidad de vida de los ciudadanos y la biodiversidad”, afirma. Tras investigar 38 ciudades de todo el mundo Forman concluye que las mejores estructuras de crecimiento urbano son en anillo concéntrico y en torno a ciudades satélite. El próximo miércoles dará una conferencia en la sede de la Fundación BBVA, en Madrid y explicará cómo lograr este tipo de ciudades.
La Ecología del Paisaje es el estudio “de los ecosistemas vistos desde un avión”, explica Forman, considerado el creador de esta disciplina. Observar a escala kilométrica permite desarrollar modelos “sencillos pero muy útiles” para entender cómo se influyen entre sí los distintos tipos de territorio -por ejemplo por el flujo entre ellos del agua, de la fauna, la flora y los habitantes humanos-; cómo evolucionarán estos espacios; y, si se quiere intervenir en ellos, cuál es la mejor forma. Por ello la Ecología del Paisaje es una herramienta para mejorar la integración de espacios de uso humano, como las ciudades, y el medio natural.
La División de Población de Naciones Unidas estima que los habitantes de las ciudades crecen cada día en todo el mundo en 200.000 personas: 70 millones al año. Si el ritmo se mantiene, el 60 % de la población mundial vivirá en áreas urbanas -en 2010 se superó el 50 %-. ¿Cómo lograr que las ciudades crezcan de forma más sostenible? No se trata solo de preservar la naturaleza, sino de mejorar la vida de los ciudadanos garantizando el suministro de agua no contaminada; urbanizando en terreno seguro -sin riesgo de avalanchas, deslizamientos o inundaciones, por ejemplo-; preservando los suelos más fértiles; o minimizando las emisiones de gases de efecto invernadero.
Tras investigar en 38 ciudades de todo el mundo Forman ha desarrollado un modelo sobre el mejor crecimiento urbano posible, plasmado en su obra Urban Regions: Ecology and Planning Beyond the City (2008) (Regiones urbanas: ecología y planificación más allá de la ciudad). Su trabajo ha servido de base a los informes de expertos del Programa de Naciones Unidas para Asentamientos Humanos (UN-habitat).
Crecimiento concéntrico
Entre los posibles esquemas de crecimiento, hay dos que Forman considera mejores: el concéntrico y el que promueve la ampliación no de la gran urbe original sino de las ciudades satélites.
Como explica Forman, estos modelos preservan un mayor número de zonas verdes extensas, en anillo o conectadas por corredores verdes, en las que la naturaleza sobrevive. Eso ayuda, a su vez, a prevenir deslizamientos e inundaciones, y proporciona áreas de esparcimiento y ocio de calidad a la población. Además, tienden a ser urbes más compactas y por tanto con sistemas de transporte público más eficiente -en cuanto a energía y tiempo invertidos en los desplazamientos-. Medellín, en Colombia, y Berlín son dos ejemplos de ciudades compactas.
Los modelos menos recomendables, sin embargo, son los de crecimiento en torno a una vía de transporte ya existente; y en brotes dispersos. Este último se da sobre todo en regiones desarrolladas, donde las familias pueden permitirse una casa unifamiliar grande y desplazamiento en coche; es, dice Forman, el más habitual en EE. UU. y es “terrible”. Pero también en ciudades más pobres que sufren un crecimiento muy rápido -que se adelanta a las medidas de planificación urbana o y de control por parte de las autoridades-, como Nairobi o El Cairo.
En este modelo el transporte tiende a ser individual en vez de público, y las distancias de los desplazamientos cotidianos de los ciudadanos son mayores -lo que implica más emisiones y atascos-. Además, se mantienen menos espacios verdes o estos son mucho más pequeños y aislados, seccionando los hábitats naturales y por tanto favoreciendo la desaparición de especies. También se tiende a invadir suelos cultivables.
El crecimiento incontrolado a lo largo de grandes carreteras se está convirtiendo en habitual en el mundo en desarrollo, tanto en África como en Asia y Latinoamérica. Una de sus principales desventajas es que aumenta los accidentes de tráfico -que provocan 1,3 millones de muertes anuales en todo el mundo, de las que el 90 % tienen lugar en países con escasos recursos-. Además, este modelo corta corredores naturales y vías de agua, e incrementa el riesgo de inundaciones y corrimientos de tierra.
En Barcelona
Forman también ha ejercido como consejero de autoridades locales. En 2004 publicó Mosaico territorial para la Región Metropolitana de Barcelona, resultado de un estudio de varios años realizado por encargo del entonces Arquitecto Jefe de Barcelona. En él da pautas para la gestión del crecimiento del área suburbana de la ciudad preservando la calidad ambiental de los ríos, bosques, campos, y ciudades.
“Se trata de tener un plan para proteger los recursos naturales y los usos humanos de estos recursos”, señala Forman. “En Barcelona tienes una gran ciudad y un gran anillo verde alrededor; la ciudad depende de forma muy importante del anillo, y viceversa. Fluyen muchas cosas entre ambos: personas, agua… Pensando en el futuro, nos conviene proteger esta tierra alrededor, nos conviene señalar cuáles son las áreas y recursos más importantes para no destruirlos urbanizando en el lugar equivocado”.
Ecología de carreteras
Forman es también pionero en el área de la Ecología de Carreteras, que analiza el impacto ambiental de las grandes vías de transporte rodado. El trabajo de Forman indica que este impacto es mucho mayor de lo esperado, y ha propiciado un cambio en la construcción de carreteras y autopistas a escala internacional.
“Las carreteras son el motor de la sociedad, una maravilla de la ingeniería”, dice Forman. “Pero cortan la naturaleza, seccionan las poblaciones, que se vuelven mucho más frágiles incluso genéticamente, por la endogamia. También el ruido tiene un impacto enorme, su efecto se percibe a cientos de metros de distancia. Y se producen atropellos de animales”.
Para solucionar estos problemas Forman tiene una visión radical sobre el futuro de las carreteras, que pasa por su desaparición. Su propuesta, publicada hace medio año y que ya ha llamado la atención de planificadores de varias ciudades, se basa en un sistema de raíles que interconecta ciudades por el que viajarían vehículos eléctricos individuales automáticos, alimentados por energía renovable. Los raíles están elevados varios metros para no seccionar el territorio. Forman cree que este sistema, llamado Netway system, podría acabar imponiéndose dentro de sólo 25 años.
Biografía
Richard Forman se doctoró en botánica en la Universidad de Pennsylvania, tras lo cual trabajó dos años como voluntario en Guatemala y Honduras. Como investigador empezó trabajando en la ecología de especies vegetales, aves y bosques, pero derivó pronto a la ecología que integra el uso humano. Ha trabajado en periodos de diversa duración en universidades y centros de investigación, o como consultor, en Colombia, Costa Rica, Francia, Australia y China. Ha sido reconocido con distintos premios o títulos por instituciones de estos y otros países.
Es autor de numerosas publicaciones y libros, entre los que destacan Landscape Ecology, 1986; Land Mosaics (1995); Landscape Ecology Principles in Landscape Architecture and Land-use Planning (1996); Road Ecology (2003); Mosaico territorial para la región metropolitana de Barcelona (2004); and Urban Regions: Ecology and Planning Beyond the City (2008).
En este momento Forman trabaja en una nueva obra sobre ecología urbana y ambientes metropolitanos. El libro abordará el futuro de las megápolis, y llamará la atención sobre la necesidad de incorporar los modelos ecológicos espaciales para beneficio no solo de la naturaleza sino sobre todo de los propios ciudadanos.