El negocio de los contenedores de ropa piratas, 3.500 euros al año por cada uno
Están ahí, en la calle, junto al resto de contenedores de basura. Sirven para tirar la ropa vieja, la que ya no se usa, pero la mayoría de ellos se han colocado de forma ilegal, sin acceder a ningún concurso público ni asumiendo el pago de ninguna tasa a los ayuntamientos. Pero luego se hace negocio con todo lo que se tira en ellos. La OCU ha llevado a cabo una investigación sobre los contenedores de ropa que existen en la mayoría de ciudades españolas y se preguntó a los ayuntamientos para averiguar si estaban autorizados. La mayoría son contenedores piratas. El informe se publica en la revista OCU-compra Maestra del mes de febrero, en la que se detalla cómo se pueden obtener unos ingresos por cada uno de ellos de hasta 3.500 euros anuales.
La gestión de los contenedores de ropa piratas es un negocio en alza. Cada uno de ellos puede generar hasta 3.500 euros anuales. Teniendo en cuenta que las organizaciones que los gestionan pueden tener varios contenedores en una misma ciudad, los ingresos pueden multiplicarse hasta por 20. Estos contenedores, a diferencia de los autorizados, sí tienen ánimo de lucro y no han concurrido a ningún concurso público. Por tanto, es obvio el daño que hacen a las instituciones que financian proyectos solidarios con los ingresos que recaudan de la ropa.
En Madrid casi todos son ilegales
La OCU denuncia que haya ciudades plagadas de contenedores no autorizados, como es el caso de Madrid. De los 16 contenedores inspeccionados en la capital, 14 eran ilegales. Al tratarse de un negocio ilegal que mueve millones de euros al año y que perjudica a las entidades que verdaderamente no tienen ánimo de lucro, la Organización se ha dirigido a las autoridades locales para que los retiren, a la mayor brevedad.
Además, la OCU ha pedido que los ayuntamientos incluyan una cláusula social en sus contratos de autorización de contenedores. Ya que los consumidores no reciben dinero alguno por la ropa que donan, sería deseable que estuvieran seguros de que, por lo menos, sirve para ayudar a los más necesitados y no para otros fines poco éticos.