El espectacular paisaje natural que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad a solo una hora de Madrid
El Paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza es un lugar único en España que destaca por su gran valor natural y belleza paisajística. Un enclave privilegiado donde confluyen dos afluentes del río Henares, el río Dulce y el Salado, que han creado con el paso del tiempo un paraje repleto de cañones, gargantas y hoces que parece salido de cuento.
Este espacio idílico para los amantes de la naturaleza ahora aspira a convertirse en Patrimonio Mundial de la Humanidad por la UNESCO. Más allá de las vistas, la zona ofrece una amplia variedad cultural y de ocio, tanto en los pueblos enclavados en esta zona natural, como a través de rutas de senderismo por sus alrededores.
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El paisaje candidato a ser Patrimonio de la Humanidad
El Paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza es un paraje espectacular repleto de cascadas, gargantas naturales, grandes cañones, hoces y castillos que aspira a ser Patrimonio de la Humanidad. Se encuentra a tan solo una hora de Madrid y tiene un encanto especial que lo hace único: en este espacio confluyen los ríos Dulce y Salado y conforman una imagen y naturaleza únicas en España.
Por este y otros motivos, el Gobierno de Castilla-La Mancha ha presentado su candidatura para ser declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, un título que solamente reciben los sitios de mayor importancia cultural, histórica o gran belleza. Siempre y cuando el lugar propuesto se ajuste a los requisitos para ser galardonado con este título.
Cómo es el paisaje Dulce y Salado de Sigüenza y Atienza
La zona tiene gran valor porque presenta elementos culturales esenciales y distintivos respecto a los demás territorios, dotándola de una personalidad propia. Aunque sin duda uno de los rasgos más sobresalientes y destacados de este espacio es la diversidad natural y cultural que permite la convivencia de aguas dulces y salinas de gran pureza en el mismo conjunto de manantiales.
En este espacio confluyen los ríos Salado y Dulce, ambos afluentes del río Henares. Los dos forman un espectacular paisaje de gargantas y hoces en los que se vinculan dos de los núcleos de población más populares de la zona: Pelegrina y La Cabrera. Por un lado, el paso del río dulce crea manantiales a su paso, mientras que el río Salado conforma salinas de gran pureza. Tanto es así, que en este mismo espacio se encuentra la salinera más antigua de toda la península y de mayor importancia.
Respecto a las vistas, el río Salado es el que se deja ver por la superficie, mientras que la vertiente del río Dulce discurre por medio de las formaciones geológicas y areniscas, creando cañones y hoces espectaculares. Un paisaje digno de admirar y en el que es posible disfrutar a través de una ruta por el Barranco del Río Dulce para avistar águilas y buitres cerca de Madrid.
Importancia histórica del paisaje
Este paisaje natural tiene sus orígenes en la Edad Media y su gran particularidad es que con el paso del tiempo ha conseguido crear un ecosistema propio que se ha mantenido hasta la actualidad sin apenas modificaciones. Lo que aumenta su valor natural y belleza por su autenticidad.
Está enclavado en el Parque Natural del Barranco del río Dulce y se extiende hacia el sur hasta la villa de Atienza. Abarca una superficie total de 219 kilómetros cuadrados y se convierte en una de las principales representaciones naturales más significativas de la zona.
Desde la web de turismo de Castilla-La Mancha especifican que se trata de un paisaje evolutivo relicto o fósil que se creó durante el siglo XII y evolucionó hasta el XIX. Un proceso de desarrollo que se detuvo durante este siglo y el siguiente a causa de la fuerte despoblación. Y que, gracias a esto, ha permitido que se conserven las características esenciales sin cambios sustanciales en su esencia y valor paisajístico.
Una vez hecha la visita por este paraje, no es mala idea disfrutar también de la gastronomía local y conocer más Sigüenza, un pueblo medieval de calles empedradas.