El arte o ciencia de contar chistes
“Es que yo no tengo gracia” es una de las frases típicas que nos excusan de contar chistes, bien porque no nos apetezca, bien porque realemente seamos nefastos contándolos. Pero ¿es esta una afirmación sostenida científicamente? El International Journal of Humor Research es una revista seria que, como cualquier publicación científica que se precie, habla sobre el humor y en la que el lingüista italiano Salvatore Attardo, su director, trata de descubrir el mayor misterio de cuantos rodean a la ciencia del humor: ¿Qué nos hace gracia?
Uno de los últimos trabajos de Attardo para el IJHR trata sobre el ritmo de los chistes, si existe una forma particular de contarlos con éxito y esta es idéntica para cualquier país, situación o cultura. Todos hemos escuchado esa excusa: “Es que yo no tengo gracia para contar chistes”.
El timing es algo cuya definición incluye la velocidad del discurso y la inclusión de pausas”, explica Attardo. El experimento consistió en un análisis del discurso aplicado a veinte monologuistas. “Mostramos que los monologuistas no aumentaban o bajaban el ritmo de su discurso alrededor de la gracia del chiste. Otra cosa que se asumía es que siempre se realiza una pausa antes de soltar la gracia, pero nuestros datos no muestran una evidencia a este respecto”, comenta el lingüista. Del mismo modo, no encontraron diferencias entre los chistes espontáneos y los que iban preparados de antemano.
En la ciencia de la risa, el mayor misterio por resolver es, para el director del IJHR, “por qué la percepción de un estímulo incongruente, en un marco mental travieso y bajo las circunstancias adecuadas genera una sensación de júbilo y no, por ejemplo, de satisfacción, excitación o cualquier otra cosa”.
Como suele decirse al final de los trabajos científicos más experimentales, en cuanto al humor, “es necesaria una mayor investigación”. Sin embargo, Attardo cree que existe algo parecido a un método científico para hacer reír: “Obviamente, si se refiere a una receta o a un algoritmo, sí, hay miles de comediantes que han dominado intuitivamente la forma de hacer reír. Si por ‘método científico’ quiere decir que podemos replicar los resultados en un laboratorio, yo diría que hasta cierto punto. Sabemos cuáles son los bloques básicos del humor, el problema es hacerse cargo de las emociones y el contexto en que el humor ocurre”, dice Attardo. “De repente se vuelve muy complicado”.