Día Mundial de la Alimentación, entre la hambruna y la especulación
Hoy, 16 de octubre, se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Alimentación, una cita que este año viene marcada por la mediatizada hambruna que sufre el Cuerno de África (especialmente Somalia) y por los precios de los alimentos que, entre 2005 y 2008, alcanzaron sus máximos valores en 30 años, entre otras razones por la especulación. Entre 2005 y 2008 los precios mundiales de los alimentos básicos alcanzaron sus máximos valores en 30 años, según datos de la FAO recogidos por CECU (Confederación de Consumidores y Usuarios). Mientras, los economistas creen que es probable que los altibajos de los precios se repitan en los próximos años y la volatilidad de los precios de los alimentos sea una constante provocando, como ha sucedido ya en más de 20 países, disturbios relacionados con los alimentos.
El 16 de octubre de cada año se celebra el Día Mundial de la Alimentación, proclamado en 1979 por la Conferencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). El objetivo es concienciar y hacer reflexionar sobre el problema alimentario mundial. Y este año, hay mucho que plantearse.
Las variaciones drásticas de los precios de los alimentos básicos afectan especialmente a la población más pobre: entre 2010 y 2011 esta circunstancia ha llevado a la pobreza extrema a cerca de 70 millones de personas. Un ejemplo son las hambrunas del Cuerno de África, ‘trending topic’ de los medios masivos en la actualidad y que saltó a los titulares el pasado mes de julio, pero no únicas.
“El hecho de tener 600 millones de seres humanos que padecen hambre todos los días no puede jamás ser aceptable“, recoge el informe sobre el hambre en el mundo 2011, producido conjuntamente por FAO, el Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA).
La volatilidad y los precios elevados de los alimentos continuarán y posiblemente se incrementen, haciendo que los agricultores, consumidores y países pobres sean más vulnerables a la inseguridad alimentaria y la pobreza, según advirtieron las tres organizaciones de Naciones Unidas a inicios de octubre.
La volatilidad de los precios hace que tanto los pequeños agricultores como los consumidores pobres sean cada vez más vulnerables a la pobreza, al tiempo que las variaciones de precios a corto plazo tienen consecuencias a largo plazo en el desarrollo, según el informe. Los cambios en los ingresos debido a las fluctuaciones de los precios llevan a un menor consumo de alimentos que puede reducir la ingesta de nutrientes esenciales por los niños durante los primeros mil días de vida desde la concepción, lo que causa una reducción permanente de su capacidad futura para obtener ingresos, y una mayor probabilidad de pobreza futura, con un impacto negativo en el conjunto de la economía.
Soberanía alimentaria
Ante esta situación toma relevancia la ‘Declaración de Nyéleni’, firmada en 2007 en un pueblo de Malí por más de 500 representantes de más de 80 países, de organizaciones de campesinos y campesinas, agricultores familiares, pescadores tradicionales, pueblos indígenas, pueblos sin tierra, trabajadores rurales, migrantes, pastores, comunidades forestales, mujeres, niños, juventud, consumidores, movimientos ecologistas, para fortalecer el movimiento global para la soberanía alimentaria.
La soberanía alimentaria es tanto el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos, culturalmente adecuados, accesibles y producidos de forma sostenible y ecológica, como su derecho a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Este sistema pone a aquellos que producen, distribuyen y consumen alimentos en el corazón de los sistemas y políticas alimentarias, por encima de las exigencias de los mercados y de las empresas, luchando contra el comercio libre y corporativo y el régimen alimentario actual que deja sin recursos a millones de personas. La soberanía alimentaria promueve el comercio transparente, que garantiza ingresos dignos para todos los pueblos, y los derechos de los consumidores para controlar su propia alimentación y nutrición. Además, supone el establecimiento de nuevas relaciones sociales libres de opresión y desigualdades entre los hombres y mujeres, pueblos, grupos raciales, clases sociales y generaciones.
Recientemente se celebró en Bilbao la Conferencia Mundial de Agricultura Familiar, cuya declaración final recogía que los hombres y mujeres dedicados a la agricultura familiar producen el 70 % de los alimentos del mundo. La agricultura familiar es la base de la producción sostenible de alimentos destinados a la seguridad alimentaria y a la soberanía alimentaria, de la gestión ambiental de la tierra y su biodiversidad y de la preservación de la importante herencia sociocultural de las comunidades rurales y las naciones.
Y que “las familias de agricultores a menudo tienen poco acceso y control sobre los mercados y sobre la información de mercado, y un poder de negociación muy débil para fijar los precios de sus productos. En los últimos años, la volatilidad vertiginosa de precios de los alimentos ha agravado la situación”. Sin duda, el Día Mundial de la Alimentación es una jornada para reflexionar y actuar.