Derroche energético: alerta sobre el calor perdido en los hogares a través de muros y ventanas

La imagen termográfica no miente. El punto amarillo de mayor incandescencia que hay bajo las ventanas es un radiador sin control de temperatura que está irradiando calor hasta el punto de llegar a calentar la fachada tanto que provoca diferencias térmicas de hasta 8 grados centígrados, tal y como recogen las líneas dibujadas en la fotografía. Lo ideal es que no hubiera diferencia térmica si hubiese un aislamiento total, pero la realidad demuestra que cuanto más alta es la diferencia de temperatura, más energía —y dinero— está perdiendo nuestro hogar.
En el marco de la Semana Europea de la Pobreza Energética, Greenpeace ha presentado un informe respaldado por imágenes termográficas que evidencian la grave pérdida de calor en los edificios de distintas ciudades españolas, una situación que repercute tanto en la economía de las familias como en el medio ambiente. Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 95 % de las viviendas en España presenta una notable ineficiencia energética, lo que contribuye al aumento de las facturas de luz y gas y a una mayor emisión de gases de efecto invernadero.
Las fotografías térmicas tomadas en Madrid, Zaragoza, Ávila y Valladolid revelan cómo el calor se escapa a través de ventanas, esquinas, forjados estructurales y puentes térmicos, demostrando la falta de aislamiento en la mayoría de los hogares. “Nos enfrentamos a una situación insostenible donde millones de familias pagan más de lo necesario debido a la deficiente eficiencia energética de sus viviendas”, denuncia José Luis García, responsable del área de Clima, Energía y Movilidad de Greenpeace España.
Ejemplos
Este edificio de los años 80 en Barajas, Madrid, con una imagen térmica tomada a principios de enero, revela una pérdida de energía evidente. Se ve el radiador bajo la
ventana, con alta temperatura superficial. El edificio tiene una hoja de ladrillo y no tiene ningún tipo de aislamiento.
A continuación, este bloque de viviendas de los años 80 en la zona centro de Madrid revela la pérdida de calor a través de la estructura del edificio y de las ventanas, ambos casos en un amarillo anaranjado muy marcado. Las viviendas que han puesto contraventanas o dobles ventanas —las que se ven en color morado— mejoran su eficiencia y, por tanto, reducen el consumo energético respecto a las que no tienen esta protección adicional.
En este nuevo ejemplo, en Alcobendas, se trata de un edificio moderno construido entre los años 2005 y 2010. La fachada es de ladrillo con doble hoja y aislamiento por el interior. Se aprecia claramente el forjado —líneas horizontales amarillas— y el encuentro de la fachada —línea vertical amarilla— como puente térmico con alta temperatura superficial, en contraste con el resto de la fachada, en morado y, por tanto, sin pérdida energética.
Otro ejemplo similar en Tres Cantos, Madrid, en un edificio de los años 2005-2010 con doble hoja de ladrillo y aislamiento.
En este chalet adosado en la Moraleja, en Madrid, se aprecia la alta temperatura en el puente térmico de la estructura de forjado, la horizontal, y en las esquinas.
Como ejemplo final, un caso claro del antes y después de una rehabilitación de un edificio tras aislarlo con SATE. Es un edificio del madrileño barrio de Orcasitas y donde se aprecia el color anaranjado antes de la reforma en sus paredes y muy evidente en el frente de forjado, frente al evidente aislamiento que denota el color morado en toda la fachada, con el consiguiente ahorro térmico y en la factura para todos sus vecinos.
Pobreza energética en aumento
Esta pobreza energética en los edificios en que vivimos afecta a uno de cada cinco hogares en España, duplicando la media europea del 10,6 %, según Eurostat (2023). El problema impacta especialmente en los hogares en régimen de alquiler, donde las dificultades para mejorar el aislamiento agravan aún más la situación. “La pobreza energética no solo se traduce en no poder pagar las facturas, sino en un empobrecimiento generalizado de la población que se ve obligada a gastar más de lo debido en mantener una temperatura adecuada en su hogar”, añade García.
El encarecimiento del gas y la electricidad también juega un papel clave en esta crisis. En el último año, el precio del gas ha aumentado un 61,7 %, lo que ha disparado el coste de la electricidad en un 54 % hasta diciembre de 2024 y un 30 % en enero de 2025. Estos incrementos han sido impulsados por conflictos geopolíticos y estrategias especulativas de las grandes empresas energéticas, mientras compañías como Repsol, Naturgy, Endesa e Iberdrola registran beneficios históricos.
Greenpeace exige una rehabilitación energética masiva
Ante esta situación, Greenpeace reclama medidas estructurales para frenar la crisis energética en los hogares españoles. María Prado, coordinadora de la campaña de energía de Greenpeace, subraya la necesidad de que el Gobierno actúe con urgencia: “La solución pasa por mejorar el aislamiento de las viviendas y sustituir el gas por energías renovables y eficientes. El Ejecutivo debe dejar de financiar combustibles fósiles y destinar esos recursos a soluciones que beneficien a la ciudadanía”.
La organización ecologista insta a una intervención pública para la rehabilitación energética del parque de viviendas, priorizando la inversión en aislamiento, bombas de calor y autoconsumo solar. Además, demanda la reorientación de las subvenciones destinadas a los combustibles fósiles hacia una transición ecológica que garantice el acceso a un confort térmico adecuado para todos, con especial atención a los colectivos más vulnerables.
Greenpeace recuerda que sin medidas urgentes, la pobreza energética seguirá en aumento, afectando tanto a la calidad de vida de la población como al avance hacia un modelo energético más sostenible.



