Cómo saber si alguien miente
No sé qué dice, pero miente… ¿Tienes esa sensación a veces? Y es que ¿a quién no le gustaría tener la capacidad de detectar cuando alguien está mintiendo? Esta habilidad tan cotizada no es tan difícil de lograr como parece. Basta con aprender a leer algunas expresiones faciales y corporales como la mirada para ‘pillar’ a cualquier mentiroso. Te contamos cómo saber cuándo alguien miente con estos trucos. ¡No te lo pierdas!
Contenido de la información:
Observa la cara y los ojos
Es uno de los métodos más potentes a la hora de detectar mentiras.
Microexpresiones
Es fundamental prestar atención a las microexpresiones, es decir, expresiones faciales que surgen durante una fracción de segundo y que revelan el verdadero sentimiento que alguien experimenta.
En una persona que miente estas microexpresiones reflejarán angustia. En otras palabras, levantará las cejas hacia el centro de la frente y arrugará la piel.
Boca o nariz tapada
Si el mentiroso se toca la nariz no hay lugar a dudas: está contando una ‘trola’. Esto se debe a que la adrenalina aumenta y al llegar a los capilares de la nariz causa picor.
Igualmente, es habitual que alguien que miente se cubra la boca a menudo como si quisiera tapar las mentiras que dice.
Control de los ojos
Si te estás preguntando cómo saber si alguien miente por los ojos, debemos decirte que se trata de una forma muy fácil de detectar. Basta con fijarse en el movimiento de sus ojos.
Cuando se recuerdan detalles reales, los ojos suelen moverse de izquierda a derecha, si la persona es diestra. Si es zurda, al contrario.
Cuando alguien miente, los ojos se mueven en dirección contraria a la habitual. Además, los mentirosos tienden a parpadear más rápido de lo normal.
Observa el lenguaje corporal
El lenguaje corporal es clave para darte de cuenta de si te están engañando. A continuación puedes saber cuando una persona miente por sus gestos, una de las formas más sencillas de cazar a un mentiroso.
Sudores
Una de las pruebas del famoso polígrafo que detecta mentiras es medir la sudoración de la piel. Aunque no es un indicador definitivo, sí que es cierto que una persona suda mucho más cuando miente.
Movimientos de cabeza
Los expertos llaman ‘incongruencia’ a este comportamiento. Consiste en mover la cabeza en un movimiento opuesto a lo que se dice.
Nerviosismo
Es una señal inequívoca de que alguien miente. La agitación se produce por la energía que genera el cuerpo ante el miedo de ser descubierto. Se traduce en movimientos constantes en la silla, jugar con un objeto, mover una parte del cuerpo compulsivamente, etc.
Otras muestras de nerviosismo son: tragar saliva de forma excesiva o respirar mucho más deprisa. Todo ello se debe a la tensión emocional a la que el cuerpo está sometido.
Presta atención a las respuestas verbales
Las respuestas ante algunas preguntas pueden decirnos mucho más de lo que crees.
Voz
Cuando una persona está contando una mentira, puede variar su voz notablemente. Puede ser que esta se agudice, que tartamudee, que hable más deprisa, etc.
Detalles excesivos
Si la persona da demasiados detalles sobre un tema sin venir a cuento, puede ser una señal inequívoca de una mentira.
Respuestas evasivas
Se trata de una de las formas más sencillas de saber si alguien miente. Si una persona dice la verdad, no necesita desviar las preguntas o evadirlas. Si repite las frases, cambia de tema, deja las frases a medias, utiliza técnicas evasivas, trata de perder tiempo o responde de manera autoritaria, no hay lugar a dudas: estás ante un mentiroso.
Todos estos trucos te serán muy útiles si te preguntas cómo saber si te miente tu pareja o un amigo, pero es importante conocer su carácter y comportamiento en una situación normal, puesto que no todas las personas reaccionan igual ante una mentira. ¡Aplícalos y pilla al mentiroso!
Mientes y se te pone la nariz roja
Cuando una persona miente, se produce un “efecto Pinocho” por el que la temperatura de la punta de su nariz aumenta o disminuye, y también aumenta su temperatura corporal en la zona del músculo orbital, en la esquina interna del ojo. Si realizamos un gran esfuerzo mental, desciende la temperatura en nuestra nariz, y ante un ataque de ansiedad, se produce una subida general de la temperatura facial. Estas son algunas de las conclusiones de una investigación pionera sobre termografía realizada en el departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Granada, que ha descubierto nuevas aplicaciones de esta sugerente técnica.
La termografía es una técnica basada en la detección de la temperatura de los cuerpos que se aplica a multitud de áreas como la industria, la construcción o la medicina. Las cámaras termográficas se emplean para cuestiones tan distintas como medir con exactitud la pérdida de energía de los edificios, o como indicador de enfermedades respiratorias en animales bovinos o de la rabia en mapaches. En el siglo XX, la termografía experimentó su mayor desarrollo tras la Segunda Guerra Mundial, con el impulso de las investigaciones militares para detectar al enemigo (visión nocturna) que llevaban a cabo en el ejército de Estados Unidos.
Hombres y mujeres se excitan por igual
Los investigadores de la UGR Emilio Gómez Milán y Elvira Salazar López han aplicado por primera vez esta técnica al ámbito de la Psicología, obteniendo resultados muy novedosos e interesantes. Así, gracias a ella es posible detectar el deseo y la excitación sexual tanto masculina como femenina, puesto que se produce un aumento de la temperatura local en la zona pectoral y en la zona genital. Su trabajo ha demostrado que, a nivel fisiológico, hombres y mujeres se excitan en el mismo tiempo, aunque de forma subjetiva las mujeres indiquen no estarlo o estarlo menos.
Los científicos han descubierto que, ante situaciones en las que un sujeto realiza un esfuerzo mental (enfrentarse a tareas difíciles, al ser evaluado o al mentir sobre hechos), se producen cambios térmicos faciales.
Así, cuando mentimos sobre nuestros sentimientos, estos cambios térmicos se producen en la nariz, y se activa en el cerebro una estructura denominada “ínsula” que forma parte del sistema de recompensa cerebral si hay sentimientos reales (llamados “cualias”), pero no se activa cuando no los hay. “La ínsula interviene en la detección y regulación de la temperatura corporal, de manera que hay una gran correlación negativa entre la actividad de esta estructura y la magnitud del cambio térmico: a más actividad de la ínsula (a mayor sentimiento visceral), menor cambio térmico se produce, y viceversa”, destacan los investigadores.