Cómo hacer que un perro y un gato se lleven bien
La expresión ‘llevarse como el perro y el gato’ es uno de los clásicos de la cultura que no siempre se cumple. Porque no, un perro y un gato no tienen por qué llevarse mal. Y, de hecho, hay un montón de casos en los que ambos animales conviven en el mismo hogar, se quieren, juegan y son amigos.
Sin embargo, lo cierto es que no siempre será fácil que ambos animales congenien a la primera. Por ello, tanto si tienes un perro o un gato en casa y quieres ampliar la familia con la otra especie o adoptar un perro o gato, en esta guía puedes consultar algunos consejos para conseguir que canes y felinos convivan sin dar problemas.
Contenido de la información:
La importancia del primer encuentro
En un primer encuentro entre un perro y un gato pueden pasar muchas cosas. Desde que se ignoren por completo, que hagan buenas migas y acaben medio jugueteando o que empiecen a gruñirse y muestren su malestar con el otro. En los dos primeros casos no habría mucho problema, pero es importante saber cómo actuar en el tercero para no empeorar la situación.
Hay que tener en cuenta que los animales sienten cuándo su dueño se encuentra en estado de alerta. Así, si tienes un perro y vas a presentarle a un gato, pero al perro le tienes atado y con la correa tirante por miedo a que pueda atacar al felino, mal asunto. El perro va a notar este nerviosismo y va a ponerse en alerta en contra del gato.
Por ello, de manera general, hay que propiciar un encuentro relajado, tranquilo y progresivo. Lo recomendable es que ninguno de los dos esté atado y puedan acercarse ellos de forma progresiva a medida que se sientan seguros.
No hay que temer por lo que pueda pasar porque los gatos son animales bastante ágiles que pueden escapar si notan que el perro va a ir a atacarles. La situación en la mayoría de los casos suele ser bastante controlable, aunque si prefieres allanar algo el camino antes de que se conozcan cara a cara, puedes probar con la técnica de los olores.
El truco de los olores
El olfato de los animales es uno de los sentidos que más desarrollan. Por ello, una manera de acercarles de forma indirecta es a través de este sentido. Puedes coger algún objeto del perro y otro del gato y acercárselo al otro animal para que huela y detecte el olor del otro y empiece a acostumbrarse. De esta manera, cuando conozca a su nuevo compañero, su olor no le va a resultar tan extraño y puede que esto sirva para allanar el camino del primer encuentro.
Cuanto más pequeños, mejor
Si juntas a un perro y un gato cuando ambos son cachorros, probablemente ambos sean más receptivos al encuentro y a conocerse. Porque no tendrán ningún instinto desarrollado acerca de la rivalidad entre ambos y, para ellos, será como conocer a un nuevo amigo. Aunque esto no quiere decir que sea imposible conseguir que un perro y un gato adulto se lleven bien. La única diferencia es que puede que el acercamiento tenga que ser más lento y progresivo que cuando son cachorros.
Dedicar tiempo es clave
Para conseguir que un perro y un gato se lleven bien, en ocasiones, hay que armarse de paciencia. No siempre es algo fácil de conseguir y, por ello, hay que dedicarle tiempo y no mostrar comportamientos agresivos ni nerviosos si la situación no mejora.
De hecho, puede que el primer intento de acercamiento no funcione y tengas que volver a intentarlo pasados unos días. No siempre las cosas salen bien a la primera y es muy importante poner empeño, sin forzar la situación, para conseguir que ambos no se vean como rivales, sino como compañeros de vida.
Diferentes espacios en la vivienda
Crea espacios diferenciados en casa para que no sientan celos ni competencia con el otro. Este aspecto, que puede parecer una nimiedad, es crucial. El territorio personal que cada animal tiene en casa va a conseguir que ambos se sientan integrados en la familia y se reduzcan los celos por el otro. Así, tener espacios de juego conjuntos y diferenciados, cada uno con su zona de cama, su comedero y su espacio ayudará a la buena convivencia.
Mucho cuidado con las preferencias
La novedad siempre llama la atención y más si se trata de un cachorro, pero mucho ojo porque mostrar ciertas preferencias o encariñarse de más con la nueva mascota puede provocar enormes problemas en el hogar.
Por ello, hay que andar con pies de plomo y mostrar el mismo cariño a ambos, para que la mascota que ya conviviera contigo no se sienta desplazado ni suplantado por el nuevo animal. A la vez que cuidas de que la nueva mascota se siente integrada en la familia. Se trata de un juego de equilibrio que no siempre es fácil de conseguir, pero que hay que intentar para favorecer la mejor convivencia entre todos.