Cómo evitar el efecto rebote después de una dieta
Ponerse a dieta y perder unos cuantos kilos es una sensación satisfactoria, resultado de un gran esfuerzo. Pero lo que tanto ha costado conseguir, puede desaparecer en cuestión de semanas con el temido efecto rebote. ¿Cómo evitarlo? Para bajar de peso, lo más habitual es reducir la ingesta de calorías diarias en el organismo a través de distintos tipos de dieta. Lo que ocurre al finalizar este periodo es que, si se aumenta de golpe la cantidad de calorías que introduces al cuerpo, este no sabe gestionarlas bien y se produce el efecto rebote con el que ganas incluso más kilos de los que has perdido. Para frenar el efecto rebote después de una dieta, aquí puedes consultar algunos consejos que pueden ayudarte a conseguirlo.
Contenido de la información:
Por qué aparece el efecto rebote
Para entender por qué aparece el efecto rebote, hay que conocer cuál es el funcionamiento del organismo. Todas las personas necesitan un aporte continuo de energía para subsistir. Este aporte puede proceder de dos orígenes:
- Externo, a través de alimentos.
- Interno, de las reservas que el organismo tiene acumuladas.
Durante las dietas o los procesos para adelgazar, se reduce el aporte de energía externa de los alimentos. De esta manera, el organismo acude a las reservas acumuladas de energía para subsistir y se acostumbra a esta cantidad de calorías más baja. Los profesionales de Lev, expertos en nutrición, señalan que “cuando restringimos calorías, obligamos a nuestro cuerpo a utilizar las reservas energéticas almacenadas como fuente de energía, y él mismo, si ve que este periodo se alarga en el tiempo, va adaptando su metabolismo a esas calorías consumidas”. Por tanto, el efecto rebote se produce si, de un día para otro, esta cantidad de aporte calórico aumenta, porque el organismo no sabe gestionar la entrada de tantas calorías de golpe.
¿Hay dietas más propensas a sufrir este efecto rebote?
No. El efecto rebote puede aparecer en cualquier tipo de dieta, sobre todo en las que son más agresivas, conocidas como las dietas milagro.
Cómo frenar el efecto rebote de las dietas
Desde los nutricionistas de Lev aclaran con rotundidad que “para evitar el efecto rebote en cualquier dieta, la parte más importante es la etapa de transición una vez hemos terminado nuestro proceso de pérdida de peso deseado. Y, por supuesto, una buena reeducación alimentaria bien asentada para no volver a los malos hábitos alimenticios que nos hicieron ganar ese exceso de peso”. Esto supone que hay que incrementar, de manera progresiva, la ingesta de calorías una vez dejas de estar a dieta. Así permites al organismo adaptarse a estos cambios.
Además de este periodo de transición, que es uno de los más relevantes, otros consejos para evitar el efecto rebote son:
- Que la dieta esté supervisada por un profesional, para tener un procedimiento controlado en el que tanto la ingesta de calorías como de nutrientes esté bien equilibrado. Adoptar buenos hábitos y rutinas de alimentación es clave para tener éxito y evitar el rebote.
- Di adiós a las dietas agresivas. Para que la pérdida de peso sea permanente y evites este efecto rebote, el proceso debe ser progresivo. Y además, la efectividad debe basarse en las rutinas alimenticias. En esta otra información te contamos cómo adelgazar sin pasar hambre de una manera saludable y sin restricciones.
- Elegir la dieta adecuada. Es fundamental elegir una dieta que sea fácil de llevar y que no sea muy restrictiva. Por el contrario, cuantas más limitaciones haya, más probable es que se produzca este efecto rebote.
- Combinar la dieta con ejercicio físico. Hacer deporte acelera el proceso de la pérdida de peso, puesto que gracias a ello la demanda energética se incrementa y, con ello, es posible conseguir un margen más amplio para perder peso.
- Pensar a largo plazo. Que la dieta se acabe, no significa barra libre. Este es el error garrafal que propicia la aparición del efecto rebote. Una vez acabes con el periodo de la pérdida de peso, es crucial continuar con buenos hábitos de alimentación y deporte para mantenerte en ese peso que has conseguido.
Riesgos del efecto rebote en la salud
El efecto rebote tras una dieta puede tener consecuencias perjudiciales en la salud, como la obesidad o el sobrepeso. Si has conseguido bajar tres o cuatro kilos en una dieta, pero has recuperado seis, la tendencia no es buena. Lo que puede llevarte al temido efecto yo-yo de estas dietas y a sufrir sobrepeso.
Muchas investigaciones han demostrado que las personas que sufren obesidad tienen más riesgo de padecer enfermedades como la diabetes de tipo 2, cáncer de endometrio, de colon, de mama o enfermedades coronarias. Problemas a los que se enfrenta una gran parte de la población, puesto que el 59 % de las personas que viven en Europa tienen obesidad, según detalla el estudio ‘Obesidad 2022’ de la Organización Mundial de la Salud.
Debido a los riesgos que la obesidad tiene en la salud, es fundamental mantenerse en el peso ideal. Para ello, además de mantener una alimentación saludable, si has conseguido perder esos kilos de más, hay que evitar a toda costa este efecto rebote.
El Instituto de Obesidad alerta contra el efecto rebote de los campamentos para la pérdida de peso
Las drásticas reducciones en la ingesta calórica de una persona terminan produciendo un efecto rebote y pueden provocar graves consecuencias para su salud. La llegada de los meses estivales suele implicar en nuestra sociedad, la adopción de una serie de hábitos y tendencias que, en ocasiones, pueden llegar a ser perjudiciales. En este sentido, durante los últimos años se ha producido un considerable incremento de los llamados campamentos de verano de pérdida de peso.
Los riesgos de no llevar a cabo una dieta equilibrada de manera proporcional producen estrés en los pacientes de tratamientos contra la obesidad, lo que produce un efecto rebote en el que no solo no surte efecto el tratamiento, sino que resulta contraproducente. Contra este tipo de prácticas perjudiciales para la salud, el Instituto de Obesidad alerta de sus peligros y recomienda el desayuno como el momento adecuado para ingerir hidratos de carbono. Mientras que el resto de comidas del día deberán recoger, en su justa medida, los grupos alimentarios óptimos, entre los que se incluyen lácteos, verduras, pescado, carnes, legumbres, cereales, frutos secos, sal y dulces.
Campamentos de verano para adelgazar
Los campamentos dedicados al tratamiento intensivo de la obesidad son instalaciones equipadas de un modo muy atractivo y ofrecen a sus clientes la posibilidad de alcanzar importantes pérdidas de peso en periodos de tiempo muy reducidos. Lo que provoca que, en numerosas ocasiones, terminan produciendo un efecto rebote una vez superado el periodo estival, al tiempo que ponen en riesgo la salud de los interesados.
Así, dichos campamentos suelen basar la obtención de sus resultados en una desproporcionada actividad física -que permite multiplicar el número de calorías quemadas durante una jornada- y una drástica reducción de la ingesta calórica durante ese mismo día. De este modo, los ritmos cardíacos de los pacientes, durante la realización del ejercicio, se sitúan muchas veces por encima del umbral de las 180 pulsaciones por minutos, con los riesgos implícitos que esta cifra lleva aparejada. Además, el déficit calórico comentado puede terminar acarreando considerables cargas en el metabolismo.
Estos campamentos de verano, de reciente implantación en nuestro país, aunque más arraigados en otras culturas como la americana, tienen una duración que oscila entre las 4 y las 9 semanas. Y un coste que se sitúa, normalmente, por encima de los 4.000 euros, y todos los expertos destacan sus negativas consecuencias para la salud de los clientes.
En este sentido, desde el Instituto de Obesidad se recuerda que tanto la práctica diario del ejercicio físico como una correcta alimentación resultan fundamentales tanto para reducir peso de un modo proporcional como para que dicha reducción se mantenga de una forma estable a lo largo del tiempo. El doctor Adelardo Caballero, director del Instituto de Obesidad, explica que en estos tratamientos intensivos “no terminan de cambiarse los hábitos alimenticios incorrectos, sino que se incrementa de un modo desproporcionado, por un lado, la actividad física, y se reduce, por otro, la carga calórica diaria. El estrés acumulado termina provocando la recuperación de los kilos perdidos e, incluso, su posterior aumento”.