Cómo crear el hábito de leer a través de la familia, la biblioteca y la escuela

Cómo crear el hábito de leer: familia, biblioteca y escuela
NOTICIA de Javi Navarro
18.09.2013 - 13:18h    Actualizado 03.09.2021 - 13:58h

Conseguir el hábito de leer es una afición, no debe imponerse. Concepción Jiménez, profesora del grado en Maestro de Educación Primaria de UNIR, considera que la combinación de familia, biblioteca y escuela crea hábitos lectores. “La lectura es una afición y como tal no se puede imponer. Sería algo parecido al cine, el arte vanguardista o el teatro. Si hay personas que no se sienten atraídas por ellas, no se puede obligar. La lectura es una afición y como tal está para cuando uno la quiere y como uno la quiere en un momento determinado”. A su juicio, hay que inculcar el amor por los libros desde pequeños porque la lectura es una actividad “constante y continua que se ha de alargar durante toda la vida, sin prisa y sin esperar resultados a corto plazo puesto que no existen recetas mágicas para inocular el gusto por la lectura en un mes, un año o ni siquiera un lustro”.

Cultivar el hábito de leer desde la infancia

Esta es la clave, porque en muchos casos niños muy lectores se separan de los libros cuando alcanzan la adolescencia, “pero el poso está ahí, y seguro que más adelante vuelven a retomar ese gusto”. La propia hija de Concepción está de nuevo abrazando la lectura después de tres años de crisis lectora: “Ahora, se nota que vuelve a tener interés por ella. La clave está, imagino, en sembrar desde pequeños. La cosecha ya se recogerá antes o después”.

Fomentar la escritura

En esta labor de siembra, no solo se debe fomentar la lectura desde pequeños, sino también la escritura. Su consigna en este sentido es clara: “Si se anima a los niños no solo a leer sino también a crear, en el futuro no tendríamos los problemas con los que hoy nos topamos de falta de una correcta expresión oral y no digamos ya de desastrosa expresión escrita”.

Biblioteca personal

Los aliados de la infancia en promulgar esta aventura cultural son los padres, la escuela y la biblioteca. Este triunvirato, con su ejemplo activo, puede ayudar al niño a apasionarse por la lectura. Los primeros son “fundamentales” a la hora de fomentar el hábito lector en sus hijos. En una labor “constante”, deben, según Concepción Jiménez, desde que nacen, contarles cuentos, enseñarles libros, cantarles nanas… Cuando son más mayores se les puede acompañar a la biblioteca, participar en sus actividades, seguir contándoles o leyéndoles cuentos, y regalarles libros como un objeto más de su rutina diaria para así poder formar una biblioteca personal en su propia habitación desde pequeños.

Y en esta aventura compartida hay un consejo en el que Concepción Jiménez, directora también de la revista Mi Biblioteca, publicación de la Fundación Alonso Quijano, insiste, porque pocos padres lo cumplen: “Cuando ya saben leer, tampoco se debe abandonar la costumbre de narrarles cuentos, anécdotas, leer con ellos, compartir nuestras propias lecturas comentándoles el argumento (o incluso noticias de prensa o artículos de alguna revista), nuestras impresiones…”.

Las bibliotecas, en su opinión, pueden fomentar la inclinanción por “la lectura desescolarizada; es decir, no obligatoria y necesaria para sacar una nota en tal o cual asignatura”. La animación a la lectura y los cuentacuentos son “esenciales” en todas las etapas de la vida y se pueden desarrollar en estos espacios. La oralidad de nuevo va inseparablemente unida a lo escrito.

Un mundo de palabras

Además, la profesora cree que la imaginación, la fantasía, la expresión oral, la interacción entre el adulto y el niño, la identificación con los personajes, la atención, la pronunciación, las inflexiones de la voz… están detrás de los cuentos: “El mundo está hecho de palabras, está hecho de lenguaje y ese lenguaje va a estar con la persona a lo largo de toda su vida. La palabra, en esa primera relación con los padres (de bebés) tiene una significación sensual. La palabra es música y el niño la percibe así. Si se le cuentan cuentos, estaremos fomentando esa musicalidad, ese amor por lo escrito, por la palabra”.

En este camino al encuentro de la actividad lectora, la paciencia y la constancia son claves pero “ojalá pudiéramos tener el secreto para hacer que todas las personas amen los libros. El mundo sería diferente”.

Leer novelas nos enseña a empatizar

Leer libros abre mundos nuevos para empatizar.

Leer novelas de ficción es bueno para la empatía, tal y como destaca un estudio publicado en la revista Science y en el que se destaca que las habilidades sociales de las personas se potencian cuando leen ficción literaria. Los autores compararon los resultados obtenidos para personas que leen este género con lectores de no ficción y no lectores. La razón a esta explicación pasa por que la literatura de ficción permite a los lectores involucrarse totalmente en la trama y contribuye a los lectores a identificar mejor las emociones ajenas.

Según este trabajo, apreciar el mundo desde otros puntos de vista e identificarse con los personajes literarios es positivo para el desarrollo de las habilidades sociales.

Tres grupos distintos a leer novelas
Durante el ensayo, los investigadores dividieron a los participantes en tres grupos. Uno de ellos recibió un texto de ficción, otro uno de no ficción y el último ninguna lectura. Los investigadores, miembros del Nuevo Centro de Investigación Social de Nueva York (EE. UU.), seleccionaron las obras según los premios que habían recibido.

“Hemos utilizado diferentes tipos de textos”, indica a SINC David Comer Kidd, uno de los autores del estudio. “Seleccionamos extractos de los primeros capítulos de algunos libros que fueron finalistas de los Premios Nacionales de Novela o best sellers en Amazon, y algunas historias cortas de la colección de ganadores del Premio Henry en 2012”, añade.

Los expertos hicieron tres pruebas posteriores, basadas en la Teoría de la Mente (TdM), que refleja el grado en que un individuo es capaz de percibir las emociones y los pensamientos de los demás.

Este modelo tiene dos componentes, una parte cognitiva y otra emocional. “La TdM cognitiva se refiere a nuestra habilidad para reconocer lo que otra gente piensa y cree acerca del mundo que les rodea”, explica Comer. La afectiva implica la apreciación de los sentimientos.

Calibrar sentimientos
Dos de los ensayos determinaron ese desarrollo cognitivo de las habilidades sociales en los participantes. Uno es el test de los ojos de Baron-Cohen, que consiste en pedir a los sujetos que describan las emociones de la persona cuya mirada aparece en una fotografía. El otro es la prueba de reconocimiento de expresiones faciales, similar a la anterior, aunque en este caso las imágenes muestran un rostro completo.

Por último, los investigadores utilizaron el test de Yoni, utilizado para estimar también la capacidad de empatía emocional de los participantes, que requiere la deducción de los pensamientos y sentimientos de un personaje mediante unas mínimas pistas visuales y escritas.

“El hallazgo más importante es que una simple lectura corta de ficción literaria conlleva un incremento inmediato en los resultados de los test de la TdM”, explica el investigador estadounidense. “Este efecto fue igual de palpable en las personas que ya estaban familiarizadas con este tipo de textos y en aquellas que no solían leerlos”, concluye.

Según los autores, las personas que leen ficción literaria calibran los sentimientos de los demás con mayor precisión en comparación con los que leen no ficción, ficción popular, o nada en absoluto.

“Es la literatura de ficción la que mejora el rendimiento en la TdM porque los lectores deben implicarse totalmente en el texto”, señala Comer.

Por el contrario, “la ciencia ficción o las novelas románticas tienden a ofrecer personajes y situaciones establecidas, mientras que la novela de ficción supone un desafío para las convicciones de los lectores y les fuerza a penetrar en la mente de los personajes”, recalca.

Desde la infancia
El trabajo pone de manifiesto el valor de la ficción literaria a la sociedad y recalca sus implicaciones en los debates sobre la necesidad de las humanidades y las artes en las escuelas.

Jordi Solves, investigador y profesor en el departamento de Didáctica de las Ciencias Experimentales y Sociales de la Universidad de Valencia, se muestra de acuerdo con estos autores. “Lo que se debería fomentar es el gusto por la lectura”, indica el experto.

“Como todo, empieza en la infancia, en casa y en la escuela”, recalca Solves. “Los niños nos tienen que ver leer en casa, hay que leerles cuentos por la noche, escucharles leer cuando sepan hacerlo, guiarles en la lectura”, añade.

Los científicos indican que las conclusiones del trabajo pueden servir para tomar mejores decisiones acerca del grado en el que se apoya la literatura, y, de una manera más amplia, el arte. “Vivimos rodeados de ficción en los libros, la televisión y en las películas; pero sabemos muy poco acera de cómo nos afecta psicológicamente”, destaca Comer.

“Esta investigación será de gran interés para la psicología y para aquellos interesados en conocer cómo la cultura afecta a las personas”, concluye el estadounidense, entre cuyos próximos proyectos se encuentra el estudio de los efectos a largo plazo de una exposición crónica a la ficción literaria.

Cómo lograr que la lectura sea eficaz y se comprenda

Cómo lograr que la lectura sea eficaz y se comprenda

¿Cuáles son las claves para mejorar la comprensión lectora? Mª Carmen García-Castellón, profesora de Funcionalidad Visual en el Máster en Neuropsicología y Educación de UNIR, Universidad Internacional de La Rioja, ofrece una serie de consejos prácticos en la masterclass “Lectura eficaz” con el fin de tener en cuenta las claves para una lectura eficaz y, por consiguiente, una perfecta comprensión del conocimiento obtenido a través de la vista. García-Castellón afirma que capacidades como la velocidad de lectura o la visión motora son habilidades que pueden desarrollarse siempre, y una vez adquiridas, no se pierden.

El cerebro y la visión, claves para una correcta lectura eficaz.

En muchas ocasiones, los niños presentan dificultades en la lectura o les resulta aburrida por el simple hecho de que presentan un problema de funcionalidad visual. Como señala García- Castellón, “la vista en muy importante en las primeras etapas escolares de los niños. Permite a los niños acceso a mucha información a lo largo de su vida. Además, cuando intercambiamos comunicación con otros seres humanos lo hacemos a través de la visión.”

Buena vista
Una buena funcionalidad visual es clave para prevenir problemas como las faltas de ortografía o de comprensión. No obstante, la profesora considera que debemos “tratar al ser humano como un conjunto”. Y señala que “el sistema visual en el ser humano está muy desarrollado y es el sentido guía. El área occipital es muy amplia y es justo donde va a llevar toda la información visual”.

En este sentido, es muy importante la labor que desarrollan los profesores, puesto que pasan más horas con los niños y detectarán antes este tipo de problemas que los propios padres. Algunas conductas que pueden ayudar a detectar este tipo de problemas son: malas posturas, hojas demasiado inclinadas, estar muy cerca del papel…

Funcionalidad visual
García-Castellón, apuntó algunas de las pruebas que se realizan para comprobar la funcionalidad visual, como puedan ser: prueba de agudeza visual en visión próxima, prueba de seguimientos oculares en la lectura o movimiento de ojos correctos. Es importante, como señala la especialista, tener en cuenta que “al tener dos ojos se deben complementar muy bien, ver dos imágenes y fusionarlas en una, se deben de mover de una forma óptima para ver de manera eficaz”.

El objetivo de estas pruebas no es comprobar si el niño ve bien o mal la pizarra, de lo que se trata en un última instancia según la profesora es de “verlo con nitidez, el cerebro tiene que interpretar bien lo que está viendo”.

Otro aspecto interesante que se desarrolló en la masterclass de UNIR, la Universidad Internacional de La Rioja, es la lectura en voz alta porque ayuda a la comprensión. Para García-Castellón “cuando lees en voz alta ya no usas solo los ojos sino que usas todo el aparato fonador y la lectura es más lenta. Ahora bien, hay niños que tienen dificultad para memorizar lo leído y le va a llegar esa información por ruta visual y auditiva y va a reforzar esa memoria porque va a llegar por más canales sensoriales”.



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